Eran uno, dos y tres,

Los famosos aventureros

Y su gato volador

Siempre va con ellos 🎵

Si has reconocido la canción, enhorabuena.

Te has hecho mayor.

Si no la has reconocido, busca D'Artacán y los tres mosqueperros.

…

Al menos reconóceme que la música es pegadiza, ¿no?

Pero bueno, hacerse vieja también tiene sus cosas buenas.

Por supuesto, la experiencia.

Pero también el tiempo invertido.

En mi caso…

Creando mi propio estilo.

¿Quieres ver el resultado final de esta ilustración?

Más abajo te lo muestro.

Cuatro manchurrones y a correr

Podríamos decir que esa es mi técnica sofisticada para hacer bocetos.

Hacer manchurrones en Photoshop hasta que una idea empieza a tomar forma en mi cabeza.

Es casi como si el propio dibujo cobrase vida ante mí.

(En realidad la experiencia te permite ver adónde van las cosas, pero de la otra manera es más poético.)

Como podrás ver, los tres aventureros (y el michito volador) no son más que una serie de manchas a las que puse unas rayas por encima para poder darles sentido.

Y bueno, eso se aplica a todo el dibujo.

Lo bueno de esta parte es que puedes experimentar y transformar con libertad.

Aquí puedes cometer todos los errores que quieras. No será así más adelante...

Rojo como la sangre

En esta fase del proceso, nos pasamos a lo físico.

¡Una hoja de papel de acuarela!

Frena, frena, que lo de las acuarelas viene más tarde…

De momento, hay que saber lo que queremos pintar.

Para eso, transfiero el dibujo del ordenador a papel usando una técnica ancestral.

Se llama…

“Calcarlo de la pantalla”

Ingenioso, lo sé.

Pero esta vez he hecho algo diferente.

He usado algo nuevo…

¡Un lápiz rojo!

Siempre abocetaba con lápiz clásico, pero he descubierto que este método me da más libertad.

Me permite “guarrear” bastante o hacerme guías con el lápiz clásico, mientras que con el rojo repaso lo que considero que serán las formas finales.

Si te fijas, las formas de los personajes ganan en complejidad, igual que el castillo.

Incluso aparecen unas nubes que no son exactamente iguales que las del boceto anterior.

Ahora sí, ¡las acuarelas!

Bueno, en realidad no son acuarelas.

Lo que hago se llama “técnica aguada”.

¿Que qué diantres es eso?

Es una técnica que permite definir muy bien los claroscuros de la ilustración.

Para ello se usa tinta china en lugar de acuarelas, lo que da una textura algo más densa y viscosa, permitiendo que esos “claros” y “oscuros” destaquen más.

Además, solo se usa un color. En mi caso el negro.

¿Por qué?

Porque permite centrarse en qué queremos que quede iluminado en la ilustración para que destaque y qué queremos que se funda más con el fondo.

Eso sí, es muy difícil ya que apenas permite fallos. Hay que saber diluir perfectamente la tinta para ir plasmando sobre el papel todos los tonos intermedios entre la luz directa y la sombra total.

Por si no te está quedando claro, te lo enseño

¿Te fijas en cómo los árboles, oscuros, se funden más con el fondo y sirven de marco a la ilustración?

¿Cómo los tonos oscuros de los personajes destacan sobre el fondo claro en el que están?

¿Cómo cuatro manchurrones oscuros desperdigados alrededor de la montaña del castillo hacen que parezca que tiene más relieve?

Esa es la magia de un buen dominio de la técnica aguada.

Ah, se me olvidaba.

El otro gran secreto de esta técnica es la paciencia…

¡Hay que esperar a que seque cada capa antes de seguir pintando!

La espera merece la pena

Cuando la ilustración está seca, la paso a digital.

Ahí, en el ordenador, termino de definir los claroscuros y hago una veladura.

Sí, otro palabro de artista.

Pero no te preocupes, que se entiende fácil.

Consiste en aplicar capas de color muy finas para que se transparenten un poco.

Estas capas van transicionando desde el color original del fondo al color más frontal, resultando en un degradado muy delicado que considero una de mis señas de identidad.

Con una imagen queda más claro.

Fíjate en como los nuevos tonos verdes resaltan la iluminación del dibujo original.

Respeta los claroscuros originales, pero le da un toque de mayor luminosidad a los personajes y al castillo.

Y colorín colorado…

¡Y es que es la hora de aplicar color!

Esta es una de mis partes favoritas.

Lo primero, escojo una paleta.

Observo lo que me sugiere el dibujo. Me imagino en ese camino y pienso… ¿Adónde miro? ¿Qué color tiene?

La brillante luz del sol da un tono ocre a las piedras del camino.

Levanto la vista y veo el cielo… es de un pálido azul.

El paisaje que me rodea brilla con un verde hipnótico. Y sobre él, meciéndose con el viento, me saluda el granate de unos arbustos exhuberantes.

Así que ahí lo tienes: Verdes, ocres y azules con detalles en rojo.

…este cuento se ha acabado

Solo quedan los toques finales.

Pequeños ajustes de color, retoques a la iluminación…

Esto es lo que hace que un dibujo pase de “gustar” a “brillar”.

¿Quieres ver cómo brilla esta ilustración?

¿Mola, eh?

Ahora parece que el castillo brilla con luz propia.

Fascina a los aventureros.

La ilustración pasa de ser bonita a contar una historia.

¿Cuál es tu clase favorita?

Esa es la pregunta que te haré si decides comprar esta print antes del 2 de mayo a las 23:59.

¿Por qué?

Porque junto a la print te llegará una de nuestras pegatinas con tu clase favorita.

Por si algún listillo dice lo de “la del dado no es una clase”, yo creo que Coleccionista de Dados es la clase más común en todas las mesas de rol.

Recuerda, 2 de mayo antes de las 23:59.

¡Gracias por leer hasta el final!

Sé que la misiva de hoy ha sido larga, pero espero que haya servido para sumergirte en el proceso que hay tras cada una de mis ilustraciones.

Por cierto, si quieres darle una sorpresa a tu mesa de juego, este verano abriré un par de vacantes para comissions. Cuéntamelo.

¡Propicias quests y mejores tiradas!

🦉 Irene la Maga

🦃 Saúl el Bardo

P.D. Sí, el michito alado está inspirado en ese personaje del Baldur’s Gate 3.

P.P.D. Si quieres sentirte en una aventura, es aquí.